domingo, 23 de septiembre de 2012

Luego de clases, historias delincuenciales...


 Hola"s", ¿cómo están?, yo estoy contenta por tener un trabajo que me encanta, estudio lo que me gusta, pero el 'sol a veces se oculta' y también he tenido últimamente días 'nublados'...aunque como todo en la vida, estos días no serán eternos.

 Ya les había comentado que estoy llevando un curso en 'cierta universidad', pues déjenme contarles que ese curso tiene casi siempre una historia delincuencial cuando estoy retornando a casa.

 Empezaré diciéndoles que si van por la Av. Bolívar, a la altura del Británico, ¡tengan mucho, pero mucho cuidado!, gracias a Dios no me ha robado, pero tampoco estoy esperando que me pase.

 El segundo día que regresaba de clases, luego de esperar interminables minutos y 'morirme' de frío en el paradero, vi que un tipo se acercaba a un chico, lo cual no me pareció nada extraño, pues el martes de ese misma semana vi cómo dos amigos se encontraban de casualidad en el paradero y uno se acercó al otro para darle un apretón de manos; por lo que, ver que este tipo se le acercaba al chico no me resultó trascendente.

 Pero, lo que yo no imaginaba si quiera es que el tipo no era amigo del chico y que ese gesto de querer darle la mano era en realidad ¡estar listo para robarle el celular! ¡por Dios, fue horrible!; el tipo había pasado segundos antes delante de mí y al robarle corrió pasando nuevamente delante mío; la verdad es que pensé ponerle cabe, pero lo esperaba un carro...¡sentí tanta impotencia de no haber podido hacer nada!, por algo que socialmente llamamos "prudencia" pero que en el fondo también todos sabemos cuál es el verdadero nombre: "MIEDO".

 La verdad es que las veces que he presenciado un robo siempre he reaccionado y he hecho algo, pero el mismo número de veces he recibido ''jalones de oreja por haberlo hecho, ya que me decían que me exponía y que a lo  mejor llevaba la peor parte; no sé si en ese momento el instinto más bien me forzó a quedarme inmóvil o fue una falta de solidaridad...aún me cuestiono...

 El pobre muchacho afectado preguntó cuáles eran las características del tipo y gracias a Dios en eso me pude sentir útil ya que yo, en los pocos segundos que pasó el asalto, pude observar los rasgos y cómo iba vestido este tipo. De hecho les describo cómo iba vestido para que no se confíen, porque estamos acostumbrados a pensar que los 'amigos de lo ajeno' siempre van mal vestidos y ¡no necesariamente es así!, incluso ahora visten bien y en las combis o micros ¡hasta pagan su pasaje!, así que si antes suponías que podías 'sacar' que alguno era ladrón por sus fachas, ahora ese criterio ya no siempre es el adecuado.

 Este tipo vestía con jeans, los cuales no se veían muy gastados, una casaca "marca Perú" azul, casi nueva; estaba bien aseado, peinado, era de estatura baja y de contextura algo gruesa, calzaba zapatillas y en general su presencia era saludable, limpio y a lo que llamamos 'normal'.

 Había en el paradero otra persona, era una chica, quien también vió desde el inicio que el tipo pasó por la avenida, delante nuestro en un auto, luego en la misma esquina bajó y el auto se detuvo doblando la esquina, a media cuadra; pero jamás imaginó que estaba esperando a que su 'compinche' realice el robo, salga disparado y suba de prisa al auto para ambos fugar.

 El chico, víctima del robo, corrió hasta el auto, pero ya era demasiado tarde.

 Gracias a Dios, aunque no resulte agradable de ninguna forma para el pobre muchacho, el ladrón no tenía arma, únicamente le arrebató de las manos el celular y no lo dañó físicamente. Los que estábamos en el paradero tampoco fuimos afectados, solo observamos y pasamos un mal momento.

 Este episodio podría parecer 'poco sorprendente' pero creo que a nadie le gusta estar en una escena como esta y menos ser víctima de un robo; por lo cual paso a relatar el que fue en realidad el primer episodio, tras empezar mis clases en la universidad.

 El primer día que regresaba a casa luego de salir de clases, esperé tanto que pensé que nunca llegaría el micro, quería evitar tomar un taxi porque la zona no me resultaba segura, a cada momento pasaba chicos que honestamente no me generaba mucha confianza, con apariencia de ladrones o viciosos; aún con todo ese día debía esperar. Nunca había estado hasta tan tarde por allí y menos sola, pero debía asumir el reto.

 Luego de mucho finalmente llegó el micro, me sentí aliviada; además, para mi buena suerte, encontré un asiento al final del micro y era una unidad nueva, así que aparentemente no podía pedir nada más. Pero...algo dentro de mí me decía que debía, a la primera oportunidad, cambiarme de lugar y sentarme en una parte mucho más céntrica o neutra, pero con lo tarde que era y las escasas posibilidades de cambio de asiento y más aún, de seguir cómoda, no era una opción real.

 Sentía esto porque todos sabemos que en la parte posterior hay mucha posibilidad de sufrir un robo y más aún si estás cerca a la puerta, pero como mencioné antes, esta posibilidad era casi imposible.

 Me sentía bastante inquieta y lo que sí logré hacer fue sentarme detrás de un asiento con lo cual me era posible agarrarme del respaldar para no caer o resbalar, además de estar algo más protegida.

 Mi inquietud era tal que por algunos minutos me puse a pensar cómo acomodar mejor mi cartera y folder para no ser blanco de un robo y así lo hice, acomodé mi cartera debajo de mi folder y enrollé las asas en mi brazo, como la cartera era negra casi ni se veía, el folder era grueso y lo tenía tan bien sujeto que no podrían llegar fácilmente a la cartera.

 El micro siguió su ruta habitual, estaba ya relativamente cerca a casa cuando aquella corazonada tuvo sentido: ¡subieron dos ladrones!

 Claro, al subir no se presentaron como tales, pero subían diciéndole al personal de serenazgo: "héroe te crees, ya vas a ver...", posiblemente había evitado que le robaran a alguien... Esta frase, sus fachas, el olor, el quedarse muy cerca de la puerta parados tieniendo asientos disponibles, mirada descarada, observación de cada persona y sus pertenencias, y actitud matonezca, fueron confirmando mi primera impresión.

 Estaban relativamente cerca a mí, pero no tanto; sin embrago, a mi costado solo habían chicos que claramente eran estudiantes (con mochila) y yo estaba vestida con traje de oficina, esto podría hacerles pensar que con ellos no tendrían mucha 'suerte' pero conmigo posiblemente sí... Esto me ponía nerviosa pero a la vez iba pensando posibles reacciones y sacando fuerzas para aferrarme más mis cosas, gritar eventualmente si pasaba algo y ver la forma de esquivar o patear.

 Esto no es algo que siempre pueda pensarse, a veces sucede todo muy rápido, de hecho estos sujetos pensaban dar un jaló y bajar inmediatamente, por eso iban estudiando posibilidades y pasajeros, pero poco a poco iba viendo en sus rostros que la opción de robarme a mí era complicada por la posición en la que estaba y cómo tenía sujetas mis cosas, así que al parecer fueron cambiando de perspectiva y empezaron a cambiar de objetivo.

 El cobrador 'cobarde' vino a cobrarles el pasaje y estos le dijeron que no les cobre y los dispensó; cabe resaltar que muchas veces a más de uno nos ha pasado que nos han reclamado y hasta faltado el respeto por no tener S/. 0.10, hasta hay gente a la que la han bajado del micro por no tener esa ridícula cantidad, pero a estos 'amigos de lo ajeno' se les perdonó el pasaje y lo que es peor, se les dejó el escenario libre para que puedan cometer sus fechorías, porque el cobrador lejos de quedarse en esa puerta posterior o dar alguna cuenta al chofer, se fue a la parte delantera, dando la espalda a la escena y no dijo ni una sola palabra del hecho para evitar algún robo o desgracia.

 Todos los que estábamos ubicados en la parte posterior sabíamos lo que pasaba, nadie se movía, cogíamos nuestras cosas con fuerza y estábamos atentos esperando la reacción de estos delincuentes.

 Como era tan evidente su objetivo y la actitud de los pasajeros, cinco paraderos más adelante se bajaron, refunfuñando de no haber robado nada, mirándonos como si fuéramos culpables de algo terrible...

 Gracias a Dios se bajaron dos paraderos antes del que yo debía bajar; al acercarme a la puerta le dije al cobrador lo que había pasado y la necesidad que él haga algo, pero parecía que o era su camarada, un cobarde o un completo indiferente, siendo esto último la peor de las actitudes en un 'ser humano'.

 Esos minutos fueron los más largos de nuestras vidas, lo curioso es que no nos conocíamos y más de medio trayecto no habíamos cruzado palabras, pero en cuanto estos delicuentes bajaron del micro, todos empezamos a comentar y expresar lo que habíamos visto, pensado, sentido, etc.

 Los sentimientos que este tipo de experiencias logran que afolren en nosotros no son para nada los mejores; este artículo tiene la intención de solidarizarse con aquellos que han experiementado esta situación y sentimientos, de alguna forma prevenirlos y poder liberarme de este acontencimiento.

 Espero que les pueda servir y si algun@ se anima a compartir su experiencia, esta podrá ser ilumninadora para saber cuándo y cómo estar atent@s frente a este tipo de personas y situaciones.

 ¡Hasta la próxima!


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