jueves, 15 de enero de 2015

Cuando la vida te sonríe


Hola"s", he sentido un impulso para escribir sobre cómo me siento luego que me haya encontrado con un -podría decirse- compañero de trabajo, y la sensación de satisfacción que me dejó ver mi pasado (lo que este joven me recordó) y mi presente.

 Efectivamente, nos conocimos en el 2007, cuando yo empezaba a desempeñarme como monitora, supervisora y capacitadora de docentes de mi especialidad en los colegios de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional del Perú; en ese tiempo él trabajaba como docente y yo era quien visitaba su colegio para brindar asesoría pedagógica; sin embargo, hoy me contó que ahora es el secretario del Obispo Castrense, en el obispado para el que ambos trabajábamos, en condiciones diferentes.

 Él salía esta tarde de su trabajo para tomar el bus de regreso a su casa y yo -quien también salía del trabajo- iba camino a mi reflexión y satisfacción...aunque sin imaginarlo.

 Luego de varias opciones mencionadas por mi, me contó que ahora no es un profesor más de uno de los colegios, sino que es nada más y nada menos que el secretario del Obispo, y para un católico eso es todo un acontecimiento grande, digno de gritar a los cuatro vientos. Por otro lado, cuando me preguntó en dónde trabajaba yo -casi sin necesidad, puesto que portaba aún mi fotocheck institucional- pensó que yo era quien había dejado completamente de lado mi profesión y que ahora me dedicaba a otras cosas.

 Pues debo decir efectivamente que hoy me dedico a "otras cosas" y es que en realidad me dedico a varias, pero todas bajo la mirada de mi profesión y formación de base, y es que todo profesional tiene varias opciones dentro de su profesión en las que pueda desempeñarse y desarrollarse.

 Hoy yo trabajo en un ministerio precisamente por mi formación de base, trabajo en un ministerio que no es el de mi sector; sin embargo, aporto a este por mi mirada como educadora, y fue en cuanto se lo dije cuando empecé a reflexionar, y la satisfacción afloró.

 Cuando me dijo literalmente: "tú sí dejaste completamente tu profesión", me di cuenta e hice consciente de mi trayectoria laboral y también formativa, así que con una enorme sonrisa, llena de satisfacción respondí: "¡No!, precisamente por ser educadora es que estoy en este ministerio", acto seguido: una pausa de su parte.

  A partir de ese momento noté que la cortesía fue aún más positiva. Mi diplomacia me invitó a preguntar en general por las personas que conocí y a continuación él las fue nombrando y me invitó a visitarlo en su trabajo, del cual evidentemente conozco muy bien la dirección.

 No considero que él sea una persona tóxica, por el contrario, me ayudó a hacerme consciente -frente a mi pasado- de aquello que he podido avanzar y los pasos que dado en la vida, desde aquel momento hasta hoy, y ciertamente debo decir con gusto y satisfacción: "he llegado lejos", más lejos de lo que muchos querrían, más lejos de lo que muchos esperaban o incluso, más lejos de lo que algunos allí quisieran.

 Me sentí contenta de verlo y contenta de hablar de trabajo muy ligeramente; normalmente evito decir en dónde trabajo y qué hago, para evitar comentarios o supuestos, y sobre todo, para evitar posibles envidias, pero esta vez pensé que era conveniente e incluso justo, decir en dónde trabajaba y lo que hacía, por lo menos algo de todo lo que hago, y que aunque a veces me canse, estoy contenta de hacer.

 Recuerdo cuando la "etapa techo" me llegó estando en aquel trabajo y sentía que a lo mejor no podría encontrar algo que me guste tanto como aquello que hacía ahí, pensaba que sería complicado tal vez hacer algo más importante que eso, por la dificultad de acceso a otro tipo de puesto e institución; sin embargo, con alegría y plena satisfacción debo decir que, pese a todas esas ideas, logré hacerlo y hoy puedo decir que la vida me sonrió, que la vida me sonríe y que siempre será así si mantengo una actitud positiva y creo en mis capacidades. 

 Hoy veo que las dificultades que se presentaron, que poco a poco se hicieron graves e insostenibles, me dieron la fuerza para estar donde estoy hoy, y una vez más -aunque parezca masoquista- agradezco lo mal que se tornó ese ambiente de trabajo porque gracias a ello hoy estoy donde estoy, y pisé los escalones anteriores para llegar a donde estoy.

 Así que quiero dedicar este artículo a aquel muchacho que encontré hoy, porque aunque no lo sepa me ayudó a reflexionar en lo agradecida que debo estar a la vida y valorar los pasos que he dado desde aquel 2009 que me fui de este lugar hasta hoy 2015.

 Una recomendación para quienes leen este artículo: miren con optimismo aquello que les aqueja y dejen que l@s impulse, créanme, se sorprenderían de aquello que puede convertirse en algo maravilloso para su futuro, si toman las decisiones correctas.

 Con esa recomendación termino esta artículo y deseo que quienes están iniciando a pisar escalones lo hagan con firmeza y prudencia, aquellos que han avanzado el camino sigan firmes y mantengan la esperanza, y quienes sienten que avanzaron lo suficiente, levanten la mirada y no hagan más que disfrutar y agradecer a la vida lo que lograron, porque cuando la vida te sonríe verán que de inmediato algo nuevo y aún más bello aparece; siempre es, siempre debe ser así... así deben permitirlo con sus decisiones.
 ¡Hasta pronto!


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